miércoles, 30 de mayo de 2012

“Ni un muerto más, ¡estamos hasta la madre!, reclaman universitarios en Veracruz

Condenan asesinato de
 Regina Martínez en Veracruz. Foto: Yahir Ceballos29 de mayo de 2012

Condenan asesinato de Regina Martínez en Veracruz.
Foto: Yahir Ceballos,
XALAPA, Ver. (apro).- Quince banderas negras en señal de luto ondean frente al Palacio de Gobierno; el aire las agita suavemente.
En la Plaza Lerdo de esta capital se atrincheran alrededor de 70 jóvenes universitarios. En la avenida Juan de la Luz Enríquez, una carroza beige transporta el cuerpo del catedrático, José Luis Blanco Rosas.
Al paso de la carroza, surge un grito: “¡Ni un muerto más!, ¡ni un muerto más!”
–¿Y cómo estamos? –pregunta un catedrático de la Universidad Veracruzana a través del megáfono.
–¡Hasta la madre!, ¡hasta la madre! –responden los estudiantes de la Facultad de Humanidades que acompañan a su mentor.
Martes negro. La facultad de Sociología hoy está de luto; en junio de 2011 fue la de Pedagogía. Hoy medio centenar de estudiantes partieron a las 9:30 de Humanidades, en silencio, con banderas negras, mantas y pancartas.
“Exigimos una investigación profesional, imparcial y transparente sobre el asesinato del doctor, José Luis Blanco Rosas”, se leía en una.
Otra más: “Exigimos fin a los asesinatos de catedráticos, periodistas; también a los secuestros y al estado de violencia.”
Para Ángeles González, maestra en Pedagogía de la Universidad Veracruzana, ha sido la impunidad la culpable del asesinato de José Luis Blanco Rosas, antropólogo y docente investigador, hallado sin vida en su domicilio el pasado domingo.
Pero la impunidad, dice, también fue la culpable del crimen del docente de la Universidad Veracruzana, José Luis Aguilar Martínez, torturado y calcinado en junio del 2011 en el puerto de Veracruz.
La impunidad también es responsable del homicidio de la corresponsal de Proceso en la entidad, Regina Martínez Pérez, hallada sin vida en el interior del baño de su casa, apenas el 28 de abril pasado.
“Y cuando nosotros vemos que las víctimas son selectivas, que son gente pensante, gente crítica, sólo nos queda exigir justicia al gobernador Javier Duarte, pero también preguntarnos; ‘¿Quién sigue?’, así de fácil”, remata la académica.
Ángeles González cuestiona que si los aparatos de seguridad, de procuración de justicia y el propio mandatario estatal no han podido con el paquete de la violencia, la inseguridad y los asesinatos, es momento de hacerse a un lado y renunciar.
“¡No más asesinatos!, ¡No más impunidad!, ¡Exigimos justicia!”, eran los gritos de consigna enfrente del Palacio de Gobierno, donde despacha Duarte; gritos que se ahogan al pasar de los días; en Veracruz dichas consignas se han vuelto un lugar común.
Fuera de grabadoras, varios universitarios y profesores de la Facultad de Humanidades reprocharon la ausencia, pero sobre todo el silencio del rector de la Universidad Veracruzana, Raúl Arias Lovillo, ante los crímenes de dos académicos de la máxima casa de estudios en el estado en menos de un año.
Después del homenaje-reclamo, universitarios, familiares, académicos y amigos del antropólogo asesinado se dirigieron a pie hasta el panteón xalapeño para darle sepultura.
Fuente:http://www.proceso.com.mx/?p=309112

martes, 29 de mayo de 2012

¿Qué horror carcome el alma de Veracruz?




Por José Julián González Osorno


28 de mayo de 2012



José Luis Blanco Rosas, maestro de la Universidad Veracruzana. Foto: Tomada de Twitter


José Luis Blanco Rosas, maestro de la Universidad Veracruzana.

Foto: Tomada de TwitterA José Luis Blanco, quien llevaba un puño en llamas en vez de corazón

XALAPA, Ver., (apro).- Estamos jodidos y hasta la madre. Nos jodió el brutal asesinato -aún sin resolver- de nuestra amiga y compañera Regina Martínez, corresponsal de Proceso en Veracruz, y ahora nos jode y chinga el espantoso homicidio de nuestro querido compañero y amigo José Luis Blanco Rosas, maestro de la Universidad Veracruzana, ocurrido el pasado 27 de mayo en la ciudad de Xalapa, Veracruz. ¿Qué oscuro espanto se pasea por Xalapa? ¿Qué horror carcome el alma de Veracruz? ¿Qué infinita crueldad siembra muertes y muertes en el corazón de nuestro país? Escribo esto porque no podemos callar. Porque, José Luis, no te habrías quedado callado nunca si un amigo nuestro hubiera sido asesinado. Porque sabíamos, querido José Luis, que un amigo caído es la merma de uno mismo, es ir haciéndose cada vez más y más pequeños, más y más pobres.

José Luis Blanco era incendiario. Apenas advertía una injusticia, aunque fuese pequeña, alzaba la voz clara y firme. En el aula de clases, en la radio de la Universidad Veracruzana, en sus artículos, en sus libros, en la prensa. Cualquier espacio le era propicio para denunciar y señalar las injusticias con su puño y letra, con su voz y su risa, siempre estruendosa, siempre contagiosa; incomodaba, claro, a quienes usan el poder para cometer tropelías y abusos. Pero no temía. No temió.

José Luis Blanco era, también, un maestro ejemplar, a veces muy exigente con sus alumnos, pero siempre leal a una idea: sacar de ellos lo mejor de sí mismos siguiendo la máxima socrática. Creía que sólo la educación nos salvaría de la barbarie actual, creía que en los jóvenes residía nuestro propio futuro. Y tus alumnos, querido José Luis, no te han dejado solo, no dejarán este crimen en la ignominia. Tristes y consternados, han estado pendientes, querido amigo, han estado preguntando; escribiendo en tu muro del face ya sin ti saludos amorosos desde Orizaba, donde compartías con ellos tus conocimientos.

Tu muerte, José Luis, no podrán echarla al olvido, aunque lo intenten. Cuando estábamos colectando firmas para el comunicado de maestros que enviaríamos a la prensa, un periodista chayotero, de esos que abundan en Xalapa, al servicio del gobierno, me dijo: “no sean imprudentes, no interrumpan la investigación”. Respondí con dos cuestionamientos: “¿eres del gobierno? ¿Somos imprudentes al querer que se esclarezca el asesinato?” Está claro: parte de la prensa en Xalapa quiere tapar la noticia, ocultar la información, impedir que las personas sepan los móviles de este salvaje crimen. Pero no lo lograrán. Hemos sido imprudentes, sí, por no reaccionar a tiempo, por no denunciar antes lo que ocurre en el estado de Veracruz; por permitir que el poder de los políticos y de los narcotraficantes se enquistara profundamente en el seno de la sociedad. Pero tú denunciaste a tiempo. Y hablaste claro y alto.

En junio de 2011, cuando asesinaron al maestro José Luis Martínez Aguilar, profesor también de la Universidad Veracruzana, José Luis Blanco escribió en Código Crítico: “Lo que queda claro es que Veracruz sigue siendo ´una plaza´ dominada por los comandos del crimen organizado. Lo que no sabemos es hasta qué punto mantienen nexos y apoyos con algunos funcionarios del Dr. (Javier) Duarte. ¿Quiénes tienen o mantienen la ´plaza´ del centro de Veracruz? ¿Qué grupo del crimen organizado la tiene? ¿Cuál o cuáles buscan infiltrarse? ¿Quiénes los apoyan desde adentro? ¿Tendremos un Coronel Relumbrón entre los veracruzanos?”

Hoy nos preguntamos lo mismo y agregamos: ¿por qué te mataron tan salvajemente?, ¿quién ordenó tan cobarde acción?, ¿por qué? Tu madre -a quien tanto amaste- te encontró muerto en tu estudio. Pero ella no pensó eso: te desató las manos, te quitó el trapo que amordazaba tu boca y puso bajo tu cabeza una almohada. Estaba segura que despertarías. José Luis: un amigo caído es la merma de uno mismo, es ir haciéndose cada vez más y más pequeños, más y más pobres. Hoy lo sabemos.

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